25 abril, 2012

YPF recuperada: los "españolazos" están nerviosos

Los habitantes de las Islas Canarias, enclave africano conquistado por la Corona de Castilla a fines del siglo XV y principios del XVI, después de una encarnizada resistencia de sus habitantes originarios guanches (a los que los invasores asesinaron por montones),identifican aún hoy a los invasores con el nombre de "godos".

Los mexicanos, que sufrieron el genocidio impulsado por Hernán Cortez en el Siglo XVI, cuando sus esbirros hicieron rendir a sangre y espada, el bastión de Tenochtitlán, los recuerdan con el despectivo apodo de "gachupines".

Los indígenas peruanos que resistieron la invasión española y que eran liderados por Manko Inka, los denominaron "chapetones", y recuerdan -en la memoria de cada una de sus etnias- los días de dolor y sufrimiento que les implicó semejante impostura colonial.

Los independentistas vascos, que han lidiado durante siglos con los hijos de Castilla, soportando invasiones, guerras sangrientas, y más cercano en el tiempo, cárcel, torturas, desapariciones y asesinatos, se refieren a ellos como "españolazos". Maldicen su voracidad conquistadora, que siempre vino acompañada de un comportamiento bestial, y jamás han dejado de resistir a quienes así se comportan. Homenajean así aquellas jornadas en que sus antepasados defendieron heroicamente el Castillo de Amaiur, en Navarra, hasta su caída en manos de los sicarios de Fernando El Católico, pero también denuncian en estos días del mes de abril de 2012, el talante guerrerista de los súbditos del Borbón Juan Carlos, ese mismo que asesinó a su hermano menor Alfonso,para quedarse con la corona y que ahora caza elefantes en peligro de extinción en Bostwana, y se parte la cadera por exceso de consumo etílico. El rey y sus vasallos Rajoy y Rubalcaba, más algunos pajes menores, son los que siguen cerrando las posibilidades de una paz justa en Euskal Herria, afirman estos tozudos y nobles vascos.

Godos, gachupines, chapetones y españolazos nos son más que formas autóctonas para denominar una forma de ser de quienes a lo largo de los siglos han gobernado esa entelequia autodefinida como "España", que en realidad no es otra cosa que el producto de territorios conquistados por los castellanos, sembrando muerte entre sus habitantes originarios. De la misma manera que hicieron aquellos que, llegados en barcos y carabelas, asolaron Indoamérica dejando un saldo de 90 millones de asesinados. De un tiempo a esta parte, los conquistadores se hacen llamar Repsol, Telefónica, Endesa, Unión Fenosa, BBVA, Iberia, La Caixa, Iberdrola, Banco Santander. Sus métodos son tan crueles y devastadores como los que aplicaban sus antecesores. Estos también repartieron espejitos de colores, compraron mentalidades y cooptaron conciencias, generaron la idea de que su participación era esencial para amortiguar las pérdidas y desajustes que los "criollos" no supieron frenar con sus empresas locales. Se mostraron como "solidarios" y en realidad atenazaron países para amarrarlos a una dependencia que en todos los casos derivó en miseria y destrucción en cada uno de los sitios que se asentaron. No actuaron solos, siempre tuvieron cómplices entre los mandatarios y jerarcas locales. Algunos aprovecharon la "invitación" y entregaron la soberanía sin dudarlo, otros, se hicieron socios para llenar sus bolsillos de coimas y prebendas. Todos, sin excepción, sabían "de qué se trataba" y no dudaron en dar el mal paso.

Pero ahora las cosas son muy distintas en el continente. O por lo menos, empiezan a revertirse algunos escenarios de los que estos españolazos de la "nueva Conquista" se habían aprovechado. Por eso, no es casual que el caso Repsol los ponga de golpe en paños menores. Y todos a una, como diría D'Artagnan, se han alineado -desde Rajoy y Brufau (este último titular de la petrolera española) hasta el "socialista" o socialisto Rubalcaba- para gritar que se sienten ofendidos, doloridos, enojados, hostilizados, por la mala noticia que les ha llegado desde Sudamérica.

Son de lo que no hay estos españolazos. No sólo roban y matan, sino que todavía protestan cuando sus víctimas se resisten. Pero esta vez, para su desgracia, están muy mal ubicados en la foto. Ya se les conocen las mañas, hay bronca frente a sus reclamos, y a nivel popular, esta muestra de dignidad producida a través de la nacionalización anunciada por el gobierno argentino -tardía decisión pero más que necesaria- ha servido para cerrar filas y enrostrarles a los conquistadores todas las ofensas acumuladas a lo largo del tiempo.

El ultraderechista Rajoy puede decir y hacer lo que quiera, pero ahora todos saben que sus carabelas están haciendo agua, y lo que es peor, amenazan con hundirse. El presidente de Repsol, puede batir las campanas al aire, pero no le conviene insistir demasiado ya que, como el efecto dominó, la decisión argentina puede ser utilizada también por otros países de la región, que están hastiados del prepotente trato que reciben de la petrolera española. De poco le va a servir la solidaridad cipaya que le hiciera llegar su socio en la empresa, el mandatario mexicano Calderón, ya que es sabido que su reinado está en plena caída libre.

Es bueno doblemente que YPF deje de ser española. Por un lado, porque se recupera la posibilidad de que las regalías de la explotación petrolífera puedan servir -como en Venezuela y Bolivia- para distribuirlas entre los que menos tienen. Que esto sea así y que finalmente no se acepten los pedidos histéricos de indemnización pedidas por Repsol, dependerá del control popular hacia quienes hoy han tomado esta decisión. Por otra parte, el anuncio ha puesto en evidencia, como ocurre con Inglaterra en el caso de las Malvinas, que España ha sido y pretende seguir siendo, un imperio destructor y rapiñero. Pero por primera vez, en las últimas décadas, sus amenazas ya no asustan a nadie. Los españolazos se parecen cada vez más a esas republiquetas bananeras con las que tanto comparaban a los países latinoamericanos, cuando querían ofenderlos y humillarlos. Por Carlos Aznárez Director de Resumen Latinoamericano

Versión bollo del anuncio de Loewe

18 abril, 2012

Carta de un investigador al rey Juan Carlos

Querido Juan Carlos,

Me llamo Alberto Sicilia, y soy investigador de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid. Hasta el año pasado, enseñaba en la Universidad de Cambridge. Decidí regresar a España porque quería contribuir al avance científico de nuestro país.

A las pocas semanas de llegar, me llevé la primera alegría: Francisco Camps obtenía un doctorado cum laude apenas 6 meses después de dimitir como presidente de la Generalitat. Escribí dos cartas para felicitarle, pero no me respondió. Paco debe estar muy ocupado. Quizás le contrató Amancio Ortega para que diseñe la colección de trajes primavera-verano.

Abrí la segunda botella de champán al conocer los Presupuestos Generales recién presentados. La inversión en ciencia se recorta en 600 millones de euros. Imagínate que se nos ocurre apostar por la investigación y acabamos ganando un Nobel: quebraríamos el orden geopolítico mundial. Hasta ahora, los Nobel científicos son para británicos, alemanes, franceses o americanos. Nosotros nos llevamos los Tours, los Rolland Garros y las Champions League. Si empezásemos a ganar también en ciencia, ¿qué consuelo quedaría para David, Angela, Nicolas y Barack?

He sufrido la tercera y definitiva conmoción al saber de tu safari. Dicen los periódicos que costó 37.000 euros, dos años de mi salario. Los que nos dedicamos a la ciencia no lo hacemos por dinero. Al terminar nuestras tesis doctorales en física teórica, algunos compañeros se fueron trabajar para Goldman Sachs, JP Morgan o Google. Quienes continuamos investigando lo hicimos por pasión. La ciencia es una de las aventuras más hermosas en las que se ha embarcado la especie humana. Al regresar a España, entendí que atravesábamos una situación económica complicada. Por eso acepté trabajar con muchos menos recursos de los que ofrecía Cambridge y un sueldo inferior al que ganaba cuando era estudiante de primer año de doctorado en París.

Juancar, tengo que darte las gracias. Tu aventura en Botsuana me ha hecho comprender, definitivamente, cómo es el país al que regresé.

Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va a cazar elefantes mientras cinco millones de personas no tienen empleo. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se opera de prótesis de cadera en una clínica privada, mientras miles de compatriotas esperan meses para la misma intervención. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va de vacaciones en jet privado mientras se fulminan las ayudas a las personas dependientes.

Que yo me marche a otro lugar para seguir mis investigaciones no será una gran pérdida para España. No soy el Einstein de mi generación. Pero me desespera pensar en algunos físicos de mi edad que son ya referentes mundiales en las mejores universidades. Muchos de ellos soñaban con regresar un día a España. Teníamos la oportunidad de cambiar, al fin, la escuálida tradición científica de nuestro país. Nunca volverán.

Hemos convertido España en un gran coto de caza. Pero aquí no se persiguen elefantes ni codornices, sino investigadores. Dentro de poco podremos solicitar subvenciones a WWF por ser especie en extinción.

Permíteme terminar con otra cuestión que me turba. En África hay cientos de jóvenes españoles trabajando como cooperantes en ONGs. Chicos y chicas que viven lejos de sus familias porque quieren aliviar el sufrimiento humano y construir un mundo más decente. Si tenías tantas ganas de viajar a África, ¿porqué no fuiste a abrazar a esos muchachos y a recordarles lo orgullosos que estamos de ellos?

Juancar, en tu último discurso de Navidad afirmaste que “todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar”. Y digo yo, si unos meses después tenías planeado ir a cazar elefantes, ¿por qué no te callas?

Dr. Alberto Sicilia.

Repsol no es España

Juan Torres López
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla

La única manera de entender las razones que provocan el furor con que el gobierno español, los medios de comunicación y tantos tertulianos de toda laya defienden a Repsol no puede ser otra que comprobar el amplio listado de ex autoridades del Estado, incluyendo actuales ministros, que han estado en su nómina, las miles de páginas y horas de su publicidad que financian a los medios y quién sabe qué otro tipo de influencias más inconfensables e inconfesadas.

Defender la españolidad de Repsol es algo demasiado forzado y olvidar que los que ahora lo hacen con tanto ímpetu fueron, en su gran mayoría, los que promovieron y llevaron a cabo la privatización de empresas que entonces sí que eran efectivamente españolas, no solo porque la totalidad o la inmensa mayoría de su capital era español, lo que quizá incluso sea lo de menos, sino porque la estrategia empresarial que perseguían respondía a intereses nacionales y no globales que apenas si repercuten en el progreso de España y en el bienestar de sus ciudadanos.

Desde que fue privatizada, Repsol tiene su cerebro y su alma puestos en otros lugares e intereses y no se puede decir que haya sido España en su conjunto quien se haya beneficiado de su actividad empresarial. Utiliza paraísos fiscales para tratar de tener aquí la menor carga fiscal posible, ha destruido empleo y a docenas de pequeñas y medianas empresas española al someterlas a condiciones de pagos draconianas a pesar de que cuenta con abundantes recursos financieros y liquidez suficientes.

Es por ello una perversión inaudita que el gobierno y ex políticos en su nómina salgan a defenderla y que no dijeran nada cuando Repsol actuaba de esa manera lesiva para la economía nacional.

Y si la actuación en España de Repsol ha resultado tan escasamente beneficiosa para nuestros intereses nacionales su comportamiento en el exterior resulta sencillamente vergonzoso y justifica que los españoles “de bien y como Dios manda”, por utilizar la expresión que tanto le gusta a Mariano Rajoy, hubieran condenado hace tiempo sus desmanes y tropelías, especialmente, por cierto, en las tierras que en los discursos oficiales tanto alabamos considerándolas como nuestras hermanas. En Ecuador, Bolivia y otras latitudes ha provocado grandes daños medioambientales y sociales y vulnera constantemente los derechos humanos de pueblos enteros, generando una ingente deuda ecológica allí donde actúa. Como otras multinacionales, que en realidad no tienen Patria alguna, Repsol ha promovido gobiernos totalitarios con los que poder llegar a acuerdos que la exonerasen de pagar impuestos y cuando otros dignos y con vergüenza se lo han exigido ha puesto el grito en el cielo y recurrido a su españolidad, como ahora, para recabar el apoyo de gobiernos y medios de comunicación.

¿Dónde estaban entonces los defensores del libre mercado y la competencia, de la justicia, la libertad y los derechos humanos?

En Argentina, como en otros países, Repsol utiliza las respectivas filiales nacionales, como hacen todas las empresas multinacionales, para fijar los llamados “precios de transferencia” (artificialmente bajos para hacer que aparezcan pérdidas allí donde conviene y beneficios en donde pueden conseguir tratamiento fiscal y condiciones políticas más favorables). Y en lugar de orientar la explotación de los recursos nacionales hacia el abastecimiento interno que cubra las necesidades de la población y satisfaga los respectivos intereses nacionales, se utiliza como parte de una estrategia de maximización de beneficios global que, entre otras cosas, pasa por considerar al petróleo, y al resto de las materias primas, como una commodity, es decir, no solo un bien orientado a la producción y el consumo sino, sobre todo, a su utilización como activo financiero para especular con él en los mercados.

Confundir los intereses de Repsol con los de España es un insulto a la inteligencia de los españoles. Ni es española por la composición de su capital -mayoritariamente en manos de intereses extranjeros-, ni por la estrategia empresarial que persigue ni, como he dicho, porque beneficie principal o sustancialmente a las familias o empresas españolas. Más bien todo lo contrario.

Y la defensa numantina que ahora quiere hacer de Repsol el gobierno resulta verdaderamente patética y vergonzosa cuando día a día se somete sin más a los mercados, a los bancos que han provocado la crisis, a los grandes grupos empresariales y al gobierno alemán que impone medidas totalmente lesivas para los intereses españoles. ¡Eso sí que merecería una respuesta valiente y patriota por parte de nuestro gobierno y de los medios de comunicación!

Lo que está haciendo el gobierno es patético y se debe decir claramente: no está defendiendo los intereses de España y de sus ciudadanos, como dice, sino de una gran empresa a la que España, el bienestar de su población o la situación de las empresas que verdaderamente están aquí tratando de sacar adelante la actividad y el empleo sin gozar del apoyo y los privilegios de Repsol, le importan un rábano en el día a día de sus actuaciones

Ya está bien de tanto teatro y de tanta sumisión ante los grandes. Lo que necesitamos en España no son precisamente repsoles que se dediquen a ganar dinero a espuertas en Argentina y otros países a base de mal explotar sus recursos, de evadir impuestos y expatriar beneficios a paraísos fiscales, sino un gobierno digno que se plante ante quienes de verdad están llevando a la ruina a la economía española.

04 abril, 2012

A por los banqueros donde más les duele: el poder de las prostitutas

Parece que es cierta la noticia que rulaba hace algunos días de la huelga de las prostitutas de lujo con respecto a los banqueros. No les ofrecerán servicios hasta que el crédito no empiece a fluir hacia las familias y las empresas. Ole por ellas!

Reproduzco a continuación la noticia, confirmación y una de las fuentes.

"La asociación gremial de escorts de Madrid, durante una rueda de prensa ofrecida esta tarde en la sala de prensa de un conocido hotel situado en la calle Arturo Soria de la capital española, ha confirmado que se están produciendo negociaciones, pero que a día de hoy las mismas se encuentran muy lejos de llegar a un acuerdo.Cuando se cumple el octavo día desde que se inició la protesta, Ana M.G, portavoz de la asociación, ha confirmado que se están produciendo contactos discretos “al más alto nivel” con una delegación de la Confederación de Banca española, en la que han tomado parte representantes de siete de los nueve mayores bancos españoles. En estos encuentros, los banqueros han ofrecido su capacidad de influir en el gobierno para legislar importantes reformas para las meretrices, como la regularización de su situación en el Régimen General de la Seguridad Social (el mismo que cubre a más de un 90% de los trabajadores españoles), o la posibilidad de seguir contando con asistencia médica gratuíta total incluso después de la reforma sanitaria que se incuirá en el paquete de medidas de reducción de déficit que presentará el ejecutivo durante el próximo mes de abril (no revelado anteriormente), que desuniversalizará el acceso gratuito a la sanidad del que disfruta en la actualidad la totalidad de la población española.“-No han entendido nada, esta huelga no tiene nada que ver con eso” – declaró la portavoz. “-Si nuestra reivindicación tuviera que ver con las leyes no les involucraríamos, nuestra capacidad de lobby sobre el gobierno español es, como pueden imaginar, incluso mayor que la de la banca. Tampoco estamos reclamando ventajas para nosotras (que por otra parte ya tenemos una situación económica privilegiada, al igual que ellos). Lo que pedimos es que la banca vuelva a realizar su labor de financiar a la economía real, a esa gente menos afortunada en cuyas manos nos ponemos a diario para que hagan nuestro pan, diseñe las redes para que funcionen nuestros móviles o arreglen nuestros coches. Hasta que los profesionales, empresas y familias vuelvan a tener acceso al crédito en condiciones razonables para que la economía real pueda mejorar, esta huelga continúa”.El gremio de escorts también ha reconocido que los banqueros han solicitado, como señal de buena voluntad, que mientras continúan las negociaciones se restablezcan al menos unos servicios mínimos fundamentales (entre los que han citado acompañamiento a eventos o felaciones sin desnudez completa) para alta dirección y para profesionales sometidos a un mayor estrés laboral, como los que forman parte de los mercados de futuros de commodities. “Nos contaron que en una de esas mesas de enorme volatilidad, un par de malas decisiones por estrés o baja concentración puede llevar a una bajada del precio mundial del maiz de un 4% durante varios meses, con pérdidas de decenas o cientos de millones para el banco, del peor tipo (directas contra Tier 1, imposibles de ocultar en los balances, según nos dijeron). Pero no habrá ninguna concesión: mientras no se nos escuche, los muslos continuarán apretados, y las bragas puestas. Si están tan desesperados, que se tiren a sus esposas”, – ironizó la portavoz.

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